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La lengua. Los solomillos. La cabeza. Las turmas. Los riñones. El pellejo. Ya sabes, a las ocho de la mañana otra vez diana con el mismo ritual pero con una variedad, es diana sólo de mujeres. Ningún macho de la Cuadrilla, excepto los músicos, las acompañarán; es su día. Visitarán en especial, si en el barrio hubiese, las oficinas, bancos y organismos oficiales que trabajan esa mañana. En el local estarán ya preparados los encargados de repartir las tajadas y la Jurada o sus ayudantes habrán llevado ya la asadura del toro debidamente guisada para la gente que va a retirar su tajada y que tendrá derecho a su prueba y a la del anís, moscatel y pastas. |
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Si en el barrio hay algún convento suelen visitarlo los Jurados y llevar buenas tajadas para las monjitas. Terminada la diana, en la que han disfrutado las mujeres a rabiar, la música quedará en el local de la cuadrilla animando al personal. Por la tarde es gran fiesta en la Cuadrilla. Con bastantes días de tiempo el Jurado habrá apalabrado un buen subastador, que no es quién mucho grita o habla, sino quién sabe provocar al personal, busca el momento y sabe de que pié cojean los mejores puestos en cartera. A la hora señalada, las seis, en los locales de la Cuadrilla, tras la lectura por el Secretario del Acta de la Asamblea del Catapán, se procede a la subasta de despojos y tajadas que sobraron del reparto matutino junto con las botas de vino que han utilizado los Cuatros en su cometido. Abran bien los ojos y vean señores, que hermosos despojos voy a subastar. |
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