Hoy se da la primera “diana” por las calles del barrio.

         A las ocho de la mañana, todos, Jurados y Cuadrilla en pleno. Prepara el cartel, la música, pastas con moscatel y anís para los madrugadores y trasnochadores  que te encontrarás en la calle y los vecinos que se desperezan con alguna Sanjuanera para decirles: ¡Venga arriba! Vamos a la Plaza. Es Viernes de Toros.

         En las Ordenanzas de  la Cuadrilla de Santisteban de 1554 al hoy denominado Viernes de Toros se le llama “Viernes de Novillos” y está establecido que sea la Fiesta de los Hombres mientras que el Sábado lo será de las mujeres.

         Con los toros ya en los Toriles de San Gil, tras haberlos corrido el Jueves, las Cuadrillas del Común volvían a correrlos el Viernes pero sin darles muerte. Se juntaban todos los vecinos en casa del Mayordomo y les daba de almorzar y a continuación se nombraban los oficios de Cuadrilla.

         Con la creación de la Plaza de Toros en 1854, los 16 toros cuadrilleros se lidiarán sin que se les dé muerte, dejándose así de correrlos por las calles siendo banderilleados según se recoge en las Ordenanzas de 1873: “El Ayuntamiento contratará una media cuadrilla de banderilleros que lidien los toros por la mañana y por la tarde”.

         En el Programa de Fiestas de 1914, año en que se refunden las 16 cuadrillas en 12, se recoge la tradición del Viernes de Toros de corrida en la mañana y en la tarde y que perdura hoy.

         Seis toros por la mañana y seis por la tarde.

         Alguien de la Cuadrilla deberá estar pendiente de recoger el cachirulo y las banderillas del comercio donde han estado expuestas desde La Compra. Hay que colgarlas del cartel y encabezar la Cuadrilla en el desfile que sale de la Plaza Mayor en dirección al coso taurino. Se debe llevar un cesto con bocadillos para almorzar y las botas para calmar la sed.

         La Jurada cuidará de llevar un ramo de flores para poder ofrecerlo al diestro que estoquee al novillo de la Cuadrilla  junto a un sobre con “pasta” que se le entregará una vez acabe la faena y se le devuelva la montera que guardaba la Jurada.

         Ya en la Plaza, tras dar la vuelta al ruedo, hay que subir a los palcos  donde dos o tres habrán estado guardándolo para cuidar que nadie ocupe el espacio destinado a la Cuadrilla.

         Es costumbre relativamente reciente que la Jurada coloque el cachirulo a su toro, por ello deberá estar en los toriles durante la lidia del toro inmediatamente anterior. Es emocionante y casi siempre las Juradas dejan escapar unas lágrimas.