El Jurado Pregonero intenta
decir algo que ya saben y entienden pero que no oyen:
¡¡ Sorianos !!
¡¡ Hijos de la Muy Noble
y Muy Leal Ciudad de Soria !!
¡¡ Sorianos y
sanjuaneros !!
…………………………………………………………………………………………
¡¡ Viva Soria!!
¡¡ Vivan las Fiestas de san Juan !!
Una marea de pañuelos blancos,
música, canciones, calor y color y ganas de juerga se desborda desde la
Plaza Mayor y llega a todos los rincones de la ciudad.
¡ Verbenas ! ¡ Verbenas las de San Juan !
Es la primer noche Sanjuanera y
todos, deseosos de desfogarse, se dejan arrastrar por la música de las
Peñas hasta altas horas de la noche. Las Cuadrillas tienen que retirarse
pronto pues les espera otro gran día festivo: La Saca.
RESUMEN “PRIMEROS 25
PREGONES SANJUANEROS”
Los primeros pregones de las Fiestas de San Juan de Soria
estaban redactados en un lenguaje grandilocuente, engolado, rayando la
pedantería y la petulancia, muy propio de la época, con mucha retórica y
cargados de formulismo. Eran pregones para el lucimiento personal, más
que para entretener y convocar a los sorianos a las fiestas. De su
lectura podemos deducir que los géneros literarios más utilizados son,
preferentemente, el lírico y el didáctico, sin menospreciar el
narrativo. Con la perspectiva de los años nos da una idea de cómo se
escribía entonces y cómo se hace ahora; de manera más sencilla y
natural. Debemos decir, en razón a la verdad, que ha habido unos
pregones magníficos, de mucha enjundia, muy trabajados y bien
elaborados, como podemos ver a continuación; si usted lector tiene
paciencia y tiempo.
El Pregón de fiestas de San Juan, en sus primeros años,
(comenzó en 1956) se leía por el Locutor de Radio Juventud de Soria,
Roberto García del Río, en cuatro puntos de la ciudad: Ayuntamiento,
Diputación Provincial, Gobierno Civil, y Plaza de Mariano Granados. Un
año se leyó en el Árbol de la Música, en la Alameda de Cervantes, en
lugar de la Plaza de Mariano Granados. Después se haría ya solamente en
el Ayuntamiento, excepto
de 1976 a 1978, que
fue únicamente en la Diputación Provincial, debido a que el Ayuntamiento
se encontraba en obras.
En esos primeros años el pregonero debía aparecer -y lo
hacía- a caballo, “flanqueado por timbaleros y trompeteros vestidos a la
usanza medieval y conducidos a caballo por pajes”, según consta en
documentos municipales.
Los orígenes del Pregón se deben a la iniciativa del Jurado de
la Cuadrilla de La Mayor de 1956, Manuel Morales Alesón, quien se lo
propuso al Ayuntamiento, por sugerencia de un familiar suyo; Alejandro
Martínez Paredes.
1956
El primer pregón, de 1956, fue encargado por el Ayuntamiento
de Soria a Víctor Higes Cuevas, odontólogo y escritor sobre temas
sorianos, por aquel entonces concejal municipal.
Comienza hablando de la “Soria, heredera de gestas y glorias
de la heroica Numancia”. Alude a las batallas de Alarcos (Ciudad Real) y
de las Navas de Tolosa (Jaén), entre otras, que “rubricaron sus hidalgas
huestes guerreras y sus mesnadas concejiles, al frente de las cuales
iban los Doce Linajes y diez y seis jurados, estos en vosotros
representados”, dirigiéndose a los de 1956.
Luego pide la intervención de Dios y de la Virgen para
“pregonar hoy públicamente, al cierzo y al regaño, al solano y al
ábrego, el comienzo de estas solemnidades, paganas en sus comienzos,
purificadas posteriormente por la Iglesia, dedicadas a la Madre de Dios,
Ntra. Sra. de La Blanca, por cuya mediación ahuyente las calamidades de
este pueblo sencillo y creyente, de esta tierra parda, cual inmenso
sayal del excelso penitente Saturio”.
Pasadas las citas histórica y religiosa, “mandamos y ordenamos
que en tan señaladas y tradicionales días dejéis de lado las penas y
amarguras, cual días feriados, señalados ya en Nuestro Fuero por aquel
Rey que, soriano de adopción, tenía que apellidarse en la Historia ¡EL
REY PEQUEÑ0!”
Es a continuación cuando introduce la “cuña” al hablar “de
nuestro invicto Caudillo”. Estábamos en plena dictadura.
En lenguaje procesal y jurídico, o de nivel muy culto, para
redundar en lo que decimos en el encabezamiento, utiliza “Otro si” e
“Ítem más”. En un caso, para conservar los usos y costumbres, “con toda
su prístina pureza…” En otro, pide a la juventud “que se comporte
(ejemplarmente) en todos y cada uno de sus festejos”. Reclama que no se
entrometa “lo antiestético, la carnavalada, ni se quebrante o pierda su
originalidad y tipismo. “CONOCIENDOOS”, dice, “son innecesarias medidas
coercitivas”.
Termina, a modo de ripio, en los siguientes términos:
“Acaba el pregón, que dictó la
historia, con una oración.
Con un ¡VIVA SORIA! nacido en la
entraña de su corazón.
Con un ¡VIVA ESPAÑA! Termina el
pregón.
La Ciudad dispuesta, comience la
fiesta, con… ¡una canción!”.
1957
El segundo pregón estuvo a cargo del también erudito local,
Bienvenido Calvo. Es el trabajo más extenso de cuantos se han presentado
y leído. Son nada más y nada menos que ONCE folios. Más que un pregón
parecía una conferencia de historia de Soria y de los sanjuanes. Vamos a
intentar resumirlo para que ustedes tengan una idea sucinta de su
contenido. Corría el año de 1957.
El pregonero, tras agradecer la invitación, hacía conjuros de
felicidad, para celebrar “las fiestas más originales, comunales y
memorables que el mundo conoce en España”.
Abre, a continuación, un apartado sobre “El origen de las
Fiestas”, vinculado a la historia del priorato de San Benito. Sigue con
datos históricos, para llegar al “Estado del Común y las Cuadrillas” que
dice “no contaron con organización hasta el siglo XVI” ya en el contexto
de “cómo eran las Fiestas”. Agrega que “El Ayuntamiento, con fecha 3 de
diciembre de 1535, dictó unas normas de cómo debían celebrarse las
Fiestas de la Madre de Dios”. Según leemos en el pregón de Bienvenido
Calvo Hernández, “San Juan de Duero parece que jugó, en la iniciación de
las fiestas, un importante papel. Toda la semana se dedicada a la Madre
de Dios”. Una cita, cuando menos curiosa:
“El lunes, a María, Sede de la Sabiduría. El martes, al poder
de María. El miércoles, a la Conversión de María, después de la
Ascensión de Cristo. El jueves, a la visita de Nuestra Señora al Monte
Etna. El viernes, a la pureza de María. El sábado, a María, causa de
nuestra alegría y, el domingo, a la belleza de María”.
Se ocupa de las INSTITUCIONES DE LAS CUADRILLAS, de los
CUATROS, sobre QUIÉN RIGE LAS FIESTAS, para concluir, ya en el folio
número once, con los DESEOS DEL PREGONERO:
“Ahora nuestra tierra está en todos los caminos de España. Nos
ven, examinan y juzgan muchas personas. La manera de divertirse de un
pueblo es un exponente de alegría, pero también de su cultura, de sus
costumbres honestas, de sus virtudes colectivas”.
Lo remata, en plan reivindicativo, demandando “nuevas
ordenanzas, con Compra por Cuadrillas, sin intervenciones oficiales;
Saca, con cabalgaduras y vehículos; Viernes de toros y Sábado Agés, sin
notas que los afeen; Calderas más brillantes y Lunes de Bailas,
procesional, alegres y bullangueras; sin estridencias, con música,
danzas y canciones sorianas. Entonces estará justificado el
“VIVAN LAS FIESTAS DE SAN
JUAN”
1958
El tercer pregón (1958) le fue encargado al entonces Director
de la Casa de Cultura y de la Biblioteca Pública, José Antonio
Pérez-Rioja y García-Sierra. Un hombre culto, donde los había,
Doctor
en Filología Clásica, bibliotecario facultativo, escritor-investigador.
Nacido en Granada, recaló en Soria, por amor a la tierra de sus
antepasados. Un buen pregón.
Abría
diciendo: “No haría falta pregón alguno a tan tradicionales fiestas
porque ellas mismas se pregonan solas”, para extenderse luego señalando
que “el secreto de su pervivencia y de su arraigo popular” está en lo
hondo que han calado en el corazón de los sorianos. “Hasta el siglo XVI
no hay documentación precisa de estas fiestas patrocinadas por los
hombres buenos del antiguo Estado del Común”. Agregaba que “hay esencias
que se escapan a los archivos y a la historia”, pero “basta con que se
palpen en el ambiente”.
Estaba
convencido de que “desde que Soria existe, ha tenido que existir
también, latente en el alma de cada soriano, el germen de las Fiestas de
San Juan, hasta que un día, con el solsticio de verano se transformase
de embrión en una plena realidad de luz, de sol y de alegría”.
Repasa
la evolución festiva y habla de la emoción del soriano en defensa de
“usos y costumbres”. Pide que se reflexione porque “lo que
verdaderamente se debe salvar y conservar, vivo y puro, es el espíritu
de las Fiestas”. Añade que “esta especie de culto a la tradición nace en
cada nueva generación de sorianos, transmitida de padres a hijos. Y “ese
vínculo familiar de Soria era el que propiciaba que las Fiestas se
conservaron en sana y cordial convivencia”.
Recordaba que “estos días de San Juan, más de un abrazo de paz hizo
olvidar disgustos o rencillas”. Incluso iba más allá: “Se cuenta que un
soriano, cuyo defecto habitual era beber, dejó de hacerlo esos días”
para que no le involucraran en peleas y en pro de “la armoniosa
cordialidad que reinaba entre sus vecinos”. Y hacía la siguiente
reflexión: “La sana y honesta diversión de cada uno debe empezar y
terminar allí donde no llegue a molestar a los demás”.
“Divertíos, sí”, continúa diciendo “pero correctamente”. Y dirigiéndose
a los jóvenes lo hace en estos términos: “Pensad que ahora estáis
cimentando los Usos y Costumbres y sois vosotros los que transmitiréis
esa esencia festiva a las generaciones venideras”. “Así, pues,
-concluye- mantened, vivo y puro, el espíritu inalterable de nuestras
fiestas tradicionales”.
El
final era la socorrida frase de ¡VIVAN SIEMPRE LAS FIESTAS DE SAN JUAN!
Entre
los años 1959 y 1964, ambos inclusive, pasaron por los balcones del
Ayuntamiento los textos literarios, hechos pregones, de los principales
y más destacados representantes del periodismo local. Hay que resaltar
que para los años 1961 y 1962 se convocó un concurso, resultando
ganadores Juan Ríos Suarez y Miguel Moreno Moreno. Éste último ya lo
había sido en 1960, año en que fue Jurado de la Cuadrilla de La Blanca,
de donde surgió su libro LEYENDA BLANCA DEL CARGO DE JURADO.
Vayamos por orden cronológico.
1959
El 24
de junio de 1959 el pregón lo redactó Celestino Monge Herrero, Director
del periódico local “Campo Soriano”, muy dado toda su vida a escribir
ripios dedicados a los jurados de cuadrilla de cada año, resaltando las
virtudes y oficios de cada uno de ellos.
En
cuanto al pregón, vamos a “desmenuzarlo” brevemente.
Estaba
muy bien “armado”, con buena literatura y adornos lingüísticos; con
mucha erudición. Digamos que Celestino Monge Herrero se “lució”.
Comenzaba haciéndose la pregunta de “qué sucede a los sorianos,
tradicionalmente silenciosos”, tan bullangueros esa noche. Y él mismo
respondía: “¿Pero no sabe usted que van a comenzar en esta ciudad,
remanso de amor y galanía, limpio concepto de hidalga sencillez y
maravillosa conjunción de arte y de belleza, que van a comenzar, repito,
las Fiestas de San Juan, sin parangón en el mundo, por la pureza de su
tradición, por la fastuosa grandeza de sus costumbres y el subyugante
tipismo de las mismas, con exclusiva de singularidad en todos sus
actos?”
El
escenario es, decía, “esta Plaza Mayor donde se congregan jóvenes y
ancianos, señoras y doncellas, menestrales y pudientes, que esta es la
hermandad emocionante que Soria sabe perpetuar a través de los siglos”.
Hablaba de la “alegría de Soria, que permaneció represada por espacio de
un año…que hace un alto en el camino para abrillantar, con nuevas
facetas, el fúlgido diamante de sus tradiciones”.
Utilizaba luego, para adornar su “discurso”, palabras tales como
“emoción, sorpresa, joya románica, acogedora y hospitalaria, noble,
grande, limpia, claridad del alba…”
E
invitaba a los forasteros en estos términos: “Que vengan a Soria a vivir
estos festejos de una belleza indescriptible, como actores y
espectadores, y conservarlas con dignidad y con decoro”.
Hacía,
a continuación, un puntual y certero repaso a cada uno de los cinco días
sanjuaneros. Y se refería al “majestuoso espectáculo de La Saca”, de la
“belleza incopiable del Viernes de Toros”, del “tipismo del Agés”, de la
“espectacularidad del Domingo de Calderas, engalanada con el ropaje de
la sublimidad”, de la procesión del Lunes de Bailas, “cortejo de amor a
la Reina del Cielo” y de las “danzas a orillas del Duero”.
Concluía así: “Y, el pregón terminado, comenzad ya las fiestas dando a
los aires jubilosos de nuestra tierra, lo que ha de constituir el santo
y seña de estos felices días”.
¡¡¡VIVAN LAS FIESTAS DE SAN JUAN!!!
¡¡¡VIVA SORIA!!!
1960
Nos
adentramos, seguidamente, en el pregón de 1960. Fue una pieza literaria
bastante extensa, en la que utilizaba un lenguaje rebuscado, como todos
sus antecesores. Abusa, a veces, de frases largas que no favorecen su
lectura o escucha. Pese a estos “peros” fue un pregón con un buen
formato en su ilación, entramado, desarrollo y conclusión.
Este
era su comienzo: “Caballeros Linajes. Jurados de Cuadrilla. Viejos
hidalgos e infanzones. Hombres buenos de la Tierra, aquí presentes, como
herencia y permanencia de la Soria medieval: de sus vecinos, facedores,
atemplantes y moradores. Forasteros amigos. Mozas y mozos: riada de
nueva vida, de luz y de color…” Y así continuaba una larga introducción
para pedir que escuchen “MI SORIANO PREGÓN”:
Hacía
saber que “está acordado en doce simultáneas asambleas populares,
plenamente democráticas […] en verdadero y universal Concejo abierto,
celebrar las tradicionales fiestas de Calderas”. Son “fiestas
solsticiales, antañonas, simbólicas, magníficas y bulliciosas”.
Acto
seguido invitaba a buscar “en nuestras arcas de Cuadrilla, entre los
pergaminos enrollados y los legajos humedecidos, la esencia viva, que
está en el ser leales, nobles, hospitalarios y caballeros”, haciendo
honor a la leyenda de “Soria Pura”.
Dirigiéndose a sus compañeros Jurados les dijo: “Pero vosotros, tan
bien, cual yo, sabéis, cómo ahora nos sentimos más sorianos que nunca,
porque en el bastón renacen y reviven las personalidades de claros
varones, que en los siglos fueron…” Y repasa una larga lista de oficios,
desde artesanos, plateros y mercaderes, tundidores, badaneros, hasta
arcabuceros y cerrajeros.
Luego
demanda: “Apurad la belleza de las Instituciones del pueblo […] que les
mereció el privilegio de salir a campaña, solamente, acompañando al Rey.
Que para servir a Reyes sólo nacieron los Capitanes, los Alféreces y las
Mesnadas de Soria”.
Miguel
Moreno hace alusión a algo que no es usual en estos casos; el Libro de
Cuadrilla: “Recogerá nuestra cordura y nuestra disipación. Sus páginas
amarillentas, en actas manuscritas con las más originales caligrafías,
dirán cuál fue la estela, la luz y la verdad de las Fiestas de la Madre
de Dios o de Calderas”.
Y el
ruego final: “Antes de que se apague su voz, del pregonero, que quiere
reclamar también ahora para que surja, viva y solemne, la voz del
Heraldo de los siglos, la vuestra, la voz del pueblo llano…todas unidas
para fin del pregón…” gritar
JURADOS, ¡VIVA SORIA! VECINOS, ¡VIVA SORIA! AMIGOS, ¡VIVA SORIA Y LAS
FIESTAS DE LA MADRE DE DIOS!
1961
Juan
Ríos Suárez elaboró un bonito y cuidado canto a las fiestas; aunque
sencillo para que se entendiera fácilmente. De “tamaño” entraba en lo
que puede considerarse “normal”. Corría el año de 1961.
Tras
el saludo de rigor, y dirigiéndose a toda la ciudadanía, escribía: “Id y
pregonad [que dan comienzo las fiestas de San Juan o de la Madre de Dios
o de la Alegría] la gran suerte, para que nadie se asombre de ver reír,
cantar y divertirse, a una ciudad entera, que lleva fama de austeridad y
sencillez. Pero antes pide que le ESCUCHEN TODOS: “Confieso que yo no sé
qué tienen estas fiestas que, sin publicidad de ninguna clase, por sí
solas, se han hecho famosas.
Asegura que “muchas ancianas, terminado el Rosario, en estos instantes
están tarareando el “Moza, si a la Compra vas…” Fiestas, dice, que “una
vez vividas no se pueden olvidar”. Alude a la “alegría, una alegría que
entraña en sí misma gozo, regocijo, contento y todo ello porque es un
movimiento vivo del espíritu”. Insiste en “alegría” unida a
“religiosidad pura y castellana de estas fiestas”. Vuelve a incidir en
las palabras “alegría, regocijo”, que deben ir parejas con “la nobleza,
sin rencillas ni malquerencias; ejemplo de nuestra raza soriana”.
Al
hablar de los orígenes de los sanjuanes, asegura que “como sabéis no se
ha podido concretar con toda certeza, si bien, en parte, datan de la
ceremonia de bendición de Calderas que se celebraba en un convento”
intramuros. Son “una heredad que permite que nuestra Ciudad despierte
gozosa en un amanecer de bullicio”.
“Es
fácil, continúa el pregonero, “que cuando amanezca y luzca el Sol se
pondrá un pañuelo rojo y mirará con picardía al resto de los astros”.
“VAN A
EMPEZAR LAS FIESTAS, que son como un domingo hecho seis días para llenar
la explanada de reposo, con una tranquilidad intranquila”.
“ESPERAN HORAS FELILCES que pasarán fugaces y que morirán al final de
las Fiestas, señalado inexorablemente por el tiempo inoportuno”.
Ya
casi al final recupera la palabra antigüedad, cuando dice: “Es verdad
que siendo tan añejas a todos nos huelen ahora a recién hechas. Por eso
sigámoslas conservando con toda su pureza, para que sirvan de descanso y
feliz esparcimiento de un año de trabajo”.
Remata
el pregón así: “¿no os parece oí clarines tocando a gloria? Pues vamos a
empezar a vivirlas.
¡¡¡VIVA SORIA Y VIVAN LAS FIESTAS DE SAN JUAN!!!
1962
El
segundo pregón que escribió Miguel Moreno Moreno para los sanjuanes
desarrolla una idea muy original. Tiene por escenario el Castillo, con
el Rey Alfonso -en Soria el Rey pequeño- como figura central,
presidiendo una “asamblea”. Fue para las fiestas de 1962.
El
pregonero “recrea” en ese espacio de nuestra ciudad diversos momentos,
en los prolegómenos de las fiestas, como vamos a ver seguidamente.
“En lo
que aún queda de la plaza de armas, en nuestro viejo y venerado y
desalquilado castillo medieval…se ha celebrado esta tarde un cónclave
magnífico y solemne, en el que han participado personajes tan familiares
nuestros, tan vinculados a Soria, que presto podréis reconocerlos”.
Agrega
que “en el que fuera otrora recio baluarte […] ha podido quedar
emplazada el asta en donde tremola el estandarte blanco de la Ciudad”.
Y
sigue describiendo otras zonas del Castillo: “A siete palmos más abajo
[…]sobre una de las troneras […]presidía un escudo tallado en madera y
policromado luego; el busto del Rey Don Alfonso […]presidía, en verdad,
el Concejo de nobles personajes castellanos…”
Continúa el relato: “En sitiales de piedra los personajes vivos, con voz
y voto: un Alcalde de Barrio […]en representación de las Doce
Cuadrillas; un roble añoso […]de los que beben a la tierra sus jugos en
las laderas de Cañada Honda, en Valonsadero”. También asisten “un lucero
[…]el sol de los sanjuanes, y, cercano, aunque no haya podido abandonar
su lecho, andariego a la vez […]desde su valle, el río”.
Y como
no podía ser de otra manera, dice la crónica: “Ha abierto el Rey Alfonso
la asamblea. Y ha saludado a tanta buena gente […]desde que con él
fueron a Alarcos -a morir- o a las Navas -a vencer- […]para referirse a
las fiestas de San Juan; que tienen su raíz en la excelsa virtud, cual
es la amistad entre los vecinos, la caridad entre las gentes y el amor
en las familias”.
Sigue
el relato de la asamblea en la que intervinieron “el Alcalde de Barrio
-Jurado de Cuadrilla-, la vecina, los mozos de Cuadrilla, el duro y
añoso roble, el lucero, el sol y el río”. Con el Rey Alfonso, de soriano
escudo, “han coincidido en lo justo, prudente y necesario que es
celebrar de nuevo las Fiestas de San Juan o de Calderas, que la ciudad
de Soria viene ofreciendo a la Madre de Dios”.
“Se
disponía el Rey a dictar su pragmática sanción. Y el Jurado de nobles
caballeros a rubricarla, confirmando el real documento” cuando “ha
resonado la voz y el eco de la primera campanada de las once, en este
reloj público, testigo de tantas glorias sorianas, y cronómetro mayor de
tantas horas y fechas”.
De
repente “la Asamblea se ha disuelto apresurada […] algunos de los
personajes han corrido a esta plaza”, donde están todos, cada cual
cumpliendo su misión para el desarrollo de todos y cada uno de los
festejos, de los 5 días de San Juan.
Así
que ¡¡¡HAYA FIESTAS, SORIANOS. QUE HAY ACUERDO, ENTRE TODOS, DESDE EL
ROBLE HASTA EL REY!!!
1963
Isaías
Pascual Moreno, que era sacerdote soriano, compatibilizaba su vocación
religiosa con la de escritor y periodista. Ha sido el único caso en el
que un presbítero soriano haya sido pregonero de fiestas. Y si nos
retrotraemos al año 1963 podemos pensar en el impacto que causó. El
propio cura, que recibió muchas críticas por parte del clero y otros
estamentos religiosos, a la vez que muchas felicitaciones por distintos
sectores ciudadanos, contaba en una entrevista periodística que, la
noche del Pregón, por algunas esquinas de la Plaza Mayor, había
“apostados” algunos compañeros clérigos ejerciendo de espías del
Obispado.
Fue un
pregón “periodístico”, de frases cortas y vibrantes, en lenguaje poético
y lírico, fruto de la sensibilidad de su autor, resultado de su gran
formación académica, hecho con mucho MIMO. Para quien esto escribe -y es
una opinión personal- es de los mejores que se han hecho. Conocía bien
al soriano-sanjuanero y lo supo plasmar en el siguiente pregón. El
comienzo era distinto a todos los anteriores:
¡SORIANOS, MIS HERMANOS!
Hijos
todos del padre Duero y de la madre tierra de Castilla…
¡OÍDME!
“Bajo
la luz soriana…nace el pregón. Voz de émulos gloriosos de Numancia.
Clarín de Soria sanjuanera. Vibrar de pechos nobles e hidalgos. Rasgueo
de notas calientes en las cuerdas linajudas de nuestras calles.
Tradición vigorosa en la alegría de los ojos. Arcoíris de fiestas que
pasaron y volverán a pasar…Pregón de iluminaria radiante. Generosidad
hospitalaria de los portadores del “alto llano numantino”.
Que un
pregón comenzara con este texto de D. Isaías, como era conocido en
Soria, supuso un efecto-acogida destacadísimo entre los que lo
escucharon en vivo y en directo en la Plaza Mayor. Luego lanzó un…
¡OÍDME, Jurados y Cuadrillas de Soria entera! “Hombres de hoy en
costumbres antañonas y recias”.
Acto
seguido se dirige, de igual forma a… “¡Mozas y mozos sorianos! Piñorras
de Urbión y del Moncayo…Fuerza y juventud. Sol de Valonsadero y griterío
de los sanjuanes”.
Pide
que le escuche la “Ciudad del alto Duero”. “Hecha piedra con cimientos
de Linajes, y formada en oración con repique de campanas. Mirón y
Espino. Soledad y Mayor…hoy La Blanca entre la luz y la música”. Sigue
citando varios monumentos sorianos, para pedir nuevamente atención:
¡OÍDME
todos, hijos de Numancia y mensajeros de España!
En
este apartado denomina “pentagrama sanjuanero” los cinco días festivos.
Y enlaza con el siguiente párrafo en estos términos: “Por tanto…
¡ENTONAD, Cañada Honda! Ayer “La Compra” y luego “La Saca”. Tapices
ambos de hermandad sobre la esmeralda de Valonsadero. Manteles y
bordados de Juradas. Yantar de amigos…Música de Soria…Corceles briosos,
y a la grupa, el pañuelo pimpante de la belleza soriana…”
Describe con un fino lenguaje poético los días de San Juan. Pero antes
de que lleguen los festejos hace un llamamiento:
CONVOCAD la prudencia y el consejo, la hospitalidad de Soria…
REVENTAD ya el néctar sangrante de los odres de Cuadrilla”, y…
DESATAD, en fin, los viejos pergaminos de nuestros centenarios “Usos y
Costumbres”, al conjuro feliz del grito abierto:
¡¡¡VIVA SORIA Y VIVAN NUESTRAS FIESTAS!!!
1964
Si el
anterior pregonero venía del mundo de la prensa escrita, el de 1964 lo
hacía de la radio; de la única que por aquel entonces había en Soria.
Rafael
Bermejo Mirón, extremeño de nacimiento, soriano de adopción “sintonizó”
pronto con la Soria de la época, siendo uno más en todo. Y lo demostró
en el pregón que nos disponemos a “desmenuzar”. Rafael, como Isaías, era
otro experto en frases cortas. En el caso de Bermejo, por estar a
costumbrado a hablar a los oyentes de radio, a los que había que
dirigirse así para facilitar la comprensión de los textos. Fueron casi 3
folios.
SORIANOS:
“De
orden del señor Alcalde Mayor, y de los doce Alcaldes de Barrio, os
saludo y convoco”:
“Las
once campanadas del reloj de la Audiencia se han roto en el aire y,
arropadas para siempre en el cielo limpio de Castilla, bajo las
estrellas más luminosas del mundo, anuncia la maravillosa nueva”.
Luego
les pedía a los sanjuaneros: “Poned gozo en el corazón, risa en los
labios y canciones, porque el milagro que desde siglos es vuestro mayor
tesoro vuelve a darse”.
El
lenguaje poético lo plasma en la siguiente frase: “Como flor temprana se
abre, al conjuro de esta maravillosa noche de San Juan; el haz
incomparable de cinco jornadas capaces de llenar una vida”.
Seguía
en estos términos: “Aquí tenéis vuestras fiestas: que tienen vida porque
les dio el ser un pueblo que supo morir para vivir siempre; que conocen
del amor y las ilusiones de los hombres recios y una estirpe […] de
corazones nobles”.
Dirigiéndose a las personas de diferentes edades les decía: “Escuchad,
vosotros, los jóvenes que sentís la sangre martillear en las venas;
vosotros, hombres con años, cargados de nostalgia; vosotras, mujeres, de
la alta meseta, que tan cerca del cielo os pone. ESCUCHAD: En vuestras
manos está el más estupendo de los legados. No los manchéis. No los
cambiéis”.
Entendía el pregonero que los “Usos y Costumbres son derroche de amor;
admiración de propios y extraños […] que no son cosa de un día”. Por
tanto, “abrid vuestros brazos y vuestro corazón a los venidos de fuera.
Dad a todas las direcciones de las rosas de los vientos vuestro mensaje
de luz y alegría. Haced acopio de fuerzas para “La Saca”, “los toros del
Viernes”, “en los Agés”, “esperan las Calderas”, “San Polo vivirá el
Lunes de Bailas...”
Entrando en los últimos compases dice: “Venid, que los sanjuanes
comienzan. Echad fuera pesares y volved a ser sorianos sanjuaneros.
Venid, y todos juntos, hermanados, vivamos el gozo y la alegría de unas
fiestas que no tienen igual en el mundo. Hombres y mujeres venidos de
todas las tierras,”
Sorianos
¡¡VIVA
SORIA!! ¡¡VIVAN LAS FIESTAS DE SAN JUAN!!
1965
Pablo
Luis Velilla Alcubilla, abogado de profesión, plasmó un buen pregón la
noche del 23 de junio de 1965. Se nota su dominio del lenguaje, para
atraer la atención de cuantos le escucharon en la Plaza Mayor. Y, para
entusiasmar a sus paisanos, desde el mismo instante de su aparición ante
el público decía:
“De
las fiestas de Calderas, antañonas y tradicionales, que tienen a la
Virgen de La Blanca por patrona […] Ancestrales festejos,
quintaesenciados en la entraña más pura, en la querencia más íntima del
alma soriana…”
Y,
entre signos de exclamación, para intentar llevar aún más a su terreno a
todos, se lanza y dice: ¡Fiestas de San Juan! ¡Ay, madre, que grandes
son! ¡Qué tremendas sus canciones y su fuego!!
En ese
mismo tono de elocuencia se luce describiendo, con mucho acierto, cada
uno de los 5 días de San Juan.
“JUEVES DE LA SACA: Romance de romeros y jinetes y de bravíos bureles
recién llevados a la Vega ancha de San Millán…”
“VIERNES DE TOROS: Fantasía de sol y de vino recién nacido, grito
desgarrado de hombres que, ansiosos de gloria y de sonrisas, visten los
alamares raídos de sus trajes alquilados…”
“Y SU
SÁBADO AGÉS: Subasta de los despojos del toro muerto, al ritmo enervante
de los Cuatros que gritan, de los jóvenes que pingan, de los viejos que
añoran, del vino que desborda…”
“Y SU
DOMINGO DE CALDERAS: Desfile de luz, de rosas rojas y de oros viejos y
amarillos de los campos castellanos. Hilo sutil que prende en la poesía
de sus calderas y atavíos, de sus aderezos…”
“Y SU
LUNES DE BAILAS: Romería de la ciudad que se asoma al río y otea desde
la pradera de San Polo…”
Es
fácil imaginar que, con el público entregado, en tono convincente, cuál
sería la respuesta general, cuando convocaba a todos “entre los muros
grises de esta Plaza Mayor de Soria”.
“SORIANOS VIEJOS, SORIANOS JÓVENES, MADRES DE MI TIERRA, PANDAS
SANJUANERAS, MOCITAS SORIANAS […] A TODOS OS REQUIERO Y OS INVITO A QUE
GOCÉIS LAS FIESTAS DE SAN JUAN”.
“ADELANTE, sorianos: Que las fiestas de San Juan son compendio, esencia
y esperanza, de una tierra, con hadas de plata en sus encinas, en sus
acacias, en sus sendas calladas”.
“ARRIBA, sorianos: Vivid las fiestas grandes de un pueblo excelso,
progenitor y destinatario, testamentario y heredero de la misma
hidalguía”.
Y
terminaba gritando: VIVA SORIA, PURA, HIDALGA. ¡ARRIBA LAS FIESTAS DE
SAN JUAN!
1966
Del
Pregón de Nobel de Literatura, Camilo José Cela, leído la noche del 29
de junio de 1966, solo podemos hacer que ir recogiendo citas y resaltar
diversos fragmentos. Ha sido, sin duda, el personaje de mayor nivel y de
mayor proyección mundial; todo un honor para Soria y para las fiestas de
San Juan haberlo tenido de PREGONERO. El suyo fue un trabajo vitalista,
en el que hizo un canto al toro y al vino.
Nos
limitaremos, por tanto, a ir trascribiendo algunos momentos de aquel
pregón, que comenzaba así: “Son dionisíacas y turbulentas las fiestas de
los pueblos sobrios, y Soria, que es la viva y heroica imagen de la
sobriedad, se dispone a celebrar su anual Fiesta del Toro, tirando la
casa por la ventana; cantando hasta enronquecer, bailando hasta más allá
de los límites de la resistencia del fuelle y de los músculos; bebiendo
vino y corriendo toros igual que en las ejemplares jornadas -que jamás
fueron y ahora son- de un dios Baco vestido de banderillero”.
Para
seguir diciendo: “Aún quedan por el país, por España, sitios decentes en
los que se adornan los caballos y los automóviles con guirnaldas de
codornices, y se corta el jamón con hacha de poco filo, y se reparten
los tasajos del toro de la función entre los caballeros y los
mesnaderos, los labriegos, los artesanos y los pastores”.
En el
párrafo siguiente sale a relucir el “toro Jubilo” del que se compadece.
Para continuar: “Una semana sin dormir no sienta mal al cuerpo si el
alma se sabe mantener alegre a golpe de bota de vino tinto y tensa, el
puro rítmico y saludable compás de las charangas de las doce cuadrillas
y de las que van por libre”.
Tras
citar unos versos de una sanjuanera, “A la jota, jota, jota de San
juan…” se traslada a Valonsadero, por cuyos “prados”, dice, “cruza el
Espíritu Santo disfrazado de querubín florido, y por la cortada que
dicen Cañada Honda muge el toro del sacrificio, la bestia que todavía
ignora su pública nupcial cita con la muerte”.
Asegura que “con cangrejos, truchas, palomas, chorizo, jamón y cecina”
-y cita varios ríos, parajes y pueblos sorianos- “todo empujado por el
gañote abajo con paciencia y con vino peleón, ya se puede ir tirandillo”
todos los días de San Juan, “y lo que a uno le echen, que para eso uno
está”.
Entrando en la recta final nos encontramos con que “todo lo que acontece
en Soria durante las Fiestas del Toro y de San Juan o de la Madre de
Dios no tiene más inmediata explicación ni maldita la falta que le
hace”.
Y,
ahora sí, llega el final: “¡Las Fiestas de San Juan van a dar comienzo!
¡Viva San Juan! Y la paz que se disfraza de guerra va a estallar, está
estallando ya. ¡Por las fiestas del toro! ¡Por Soria! ¡Y por todos, sin
dejar a nadie fuera, suenen las charangas! ¡Y corra la bota! ¡Viva
Soria!
1967
En
tres folios y medio, el ingeniero de montes, Jaime de Foxá Torroba,
vinculado a Soria por lazos familiares, acometió el pregón de 1967,
teniendo como referente el del año anterior del Nobel Camilo José Cela,
por lo que lo tenía difícil. En aquel entonces era director general de
Caza y Pesca fluvial.
Y
comenzaba muy bien: “Ha sido la voz del reloj -metálica, serena- mejor
que la andariega y audaz del charlatán viajero la que, en verdad, ha
confiado al clamor trascendente del Pregón a la temblorosa discreción de
las estrellas”.
Continuó refiriéndose a los sones de la “campana de la Audiencia”: “Y
han sido sus bronces vibradores los que, con más razones que el verbo
pregonero, han explicado desde su noble cátedra que, por un año más, el
tiempo se ha cumplido y ha sonado el clarín de la alegría nueva”.
Pasa
luego a hacer un llamamiento a los ¡sorianos!: “Oídlo, pálidos cerros de
tomillo y roca; angustiados calveros; secas lomas, que rodeáis a Soria
como rosas escuetas y entrañables”.
Repasa
la geografía provincial, que él conocía muy bien: “Las serranías, las
cumbres, el padre Duero, el recio Moncayo, vegas bajas de Gormaz y
Berlanga”, “elevadas soledades de Medinaceli o escondidas de San Pedro
Manrique” y pide atención para “los campos de El Burgo de Osma”.
“¡Oídlo, escuchadlo, atendedlo -en fin- hombres de Soria! ¡Llega la
fiesta!
Alude
a sus amores; “la admirada Soria” con la que dijo tener “deudas añejas
que saldar y que me quema el alma de encontrar ocasión de liquidarlas”.
Confiesa que “al revés de Machado, en su autobiográfico verso de su
niñez en Sevilla” “yo podría cantar precisamente que mi infancia son
recuerdos de un valle de Castilla, pinar alto y lejano por donde corre
el Duero”.
Recuerda “años de mocedad” en Vinuesa. “Enciéndase, pues, Soria entera.
Enorgullézcase el Concejo; preparen sus avíos los jurados; luzcan sus
mejores galas las juradas…”
Y hace
una observación: “Nadie se considere no invitado. Echaos a la calle… Con
ternura teológica unió Soria la gloria de San Juan con la exaltación de
la Virgen Bendita…
Tras
la referencia religiosa retorna a los específicamente festivo profano:
“Ya callaron los metálicos sones del reloj de la Audiencia…”
“¡Gentes de Soria, todos! ¡Oíd […] El aire duerme en calma, lucen sobre
el humilde sueño de la meseta, ¡las heladas estériles del cielo
numantino”!
“¡Escuchad! [...] Llegan de las sierras de Urbión brisas de cumbre con
olor a resina y a pinares dee tronco anaranjado…”
“¡Atended! [...] Del Duero suben rumores becquerianos, incienso de San
Saturio, temblor de verdes álamos…”
“¡Alzad los corazones! [...] Que bajo esos cielos; bajo esas estrellas;
entibiados por estas brisas y por esos recuerdos ya estallan en las
calles como pirotécnicas ruedas de chispas y colores, nada más y nada
menos que las sorianas fiestas de San Juan…
Cierra
y despide en los siguientes términos, sin recurrir al clásico Viva
Soria:
HE DICHO
1968
Para
dar el pregón de 1968, el Ayuntamiento eligió al pedagogo soriano
Anselmo Romero Marín, quien fuera vicerrector de la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid.
Como
en el caso de su predecesor puso énfasis en temas de naturaleza y
medioambiente. Utilizaba mucho adorno literario: “El maravilloso reloj
del firmamento, con su callada música celeste, está dando en estos días
la hora del solsticio de verano y nos concede una tregua el afilado
cierzo del Urbión; y por la cuesta arriba de una tímida y vacilante
primavera…”
Para
el pregonero era “tiempo de plenitud, que se hace oro en las mieses;
dulzor en los frutos de los árboles; embriagador aroma en las flores
[…]; gozosa vitalidad en el retozar de los corderos…”
Y
continuaba con el lenguaje rimbombante que utilizó durante todo su
parlamento: “También el hombre. Desde los tiempos más antiguos ha
sentido por el sol gratitud y veneración religiosa…” Saca a relucir “el
paso del fuego, el Toro Jubilo, o el Museo del Toro…” teniendo por
referente principal “el ritual sacrificio del animal que simboliza la
máxima fogosidad vital: el toro ibérico”.
Hace
una cita religiosa: “Sobre nuestra tierra se hace la luz del Evangelio;
los dioses de la paganidad ceden su puesto al Dios único […] Las
primitivas fiestas adquieren una nueva significación […]; ya no se rinde
culto al Sol como fuente de vida, sino a la Maternidad divina de María”.
Aunque siguen siendo “las mismas fiestas ancestrales, pero
cristianizadas por el agua del Bautista”.
“Son
fiestas de exaltación vital en el incomparable paisaje de Valonsadero;
con “nuestros mozos, símbolo de agilidad y valentía en la Saca; fiestas
bravas en el redondel del Viernes de Toros; de colorido el Domingo de
Calderas, y el Lunes de Bailas en la pradera de San Polo”.
Habla
de los cambios experimentados, cuando se refiere a la presencia de
vecinos de localidades próximas “en la Plaza de Herradores, ofreciendo
sus caballerías en alquiler para la Saca”, sustituidas por “caballos
mecánicos de un automóvil”. Y agrega que “el espíritu que anima estas
fiestas sigue siendo el mismo”.
Hace
un canto a lo “celoso que es el soriano con sus tradiciones”.
Saca a
relucir el “Estado Llano del Común”, “la renta de tajones de Valonsadero”;
la reforma de las “Ordenanzas” rechazadas por los sorianos; la
“supresión de las fiestas de toros por Fernando VI”, soslayada por la
autoridad municipal.
Como
algo destacado se refiere a la “organización de las Cuadrillas, con la
Institución de los Jurados y los cuatros”, así como al gesto de los
“doce sorianos” que ese año fueron voluntarios, sin olvidar ni
menospreciar “el papel de las Juradas y colaboradoras”.
Habla
de la hermandad del Domingo de Calderas y de la “nostalgia” de los
sorianos ausentes en cuyos “oídos resuena el eco” de los 5 días de San
Juan.
Y
termina: “Sorianos. Un año más celebramos las fiestas con la brillantez
y la belleza tradicionales; con la mesura, dignidad y buen gusto que
caracterizan a nuestra querida ciudad de los Doce Linajes”.
Y
remata con los clásicos: ¡VIVA SORIA! ¡VIVAN LAS FIESTAS DE SAN JUAN!
1969
Dámaso
Santos Gutiérrez, muy unido a Soria, era crítico literario del
desaparecido diario “Pueblo” de Madrid. Ejerció el honroso cargo de
pregonero de los sanjuanes el año 1969.
Está
centrado en el desarrollo del binomio Toro y Juventud, como veremos
seguidamente.
Utilizando el lenguaje taurino diremos que comienza de modo valiente,
comparando “la sangre moza” del toro con la de “mocedad todo bravío” que
ocupaba la Plaza Mayor. “Y es el mejor y de la mejor casta, el toro que
nunca falla en las fiestas de San Juan”.
Se
refiere a continuación a la incertidumbre existente sobre la antigüedad
de los sanjuanes en contraste “de lo que sí estoy seguro es que llega y
perdura con el poder de la juventud”.
Sigue
aludiendo al paso de los siglos “llevándose muchas cosas y dejando
recuerdos de esplendor y de gloria”.
Para
el pregonero, que sigue utilizando el paralelismo entre toro y juventud,
“el ánimo festero” es como “un ardiente toro que ha estado encerrado
toro el año en una jaula de invierno” y que “en esta Plaza Mayor, bulle,
muge y se encampana pidiendo jaleo”.
No
quiere que sus “palabras pregoneras sean una dilación” para el “momento
supremo” del comienzo de las fiestas.
Continúa con la semejanza del toro y la sangre caliente de los sanjuanes
“que ha disuelto, de repente, los hielos y los fríos, los aburrimientos
y los sinsabores, los achaques y monotonías de todo el año”.
Pregona que “vamos a empezar inmediatamente, con permiso de la autoridad
competente, y aunque el tiempo lo impidiera, las jornadas de júbilo en
la paz y en la armonía, igualdad y hospitalidad de siempre”.
Pide
que “corra el vino de la bota que no se agota” y que “el ruido inunde
calles y plazas, con el pleno albedrío, el brinco, el grito, el ritmo y
el impulso de la juventud”, para demostrar que “el brío juvenil que
aguanta, mientras el cuerpo aguante” proviene de “las fiestas de San
Juan, raíz y solera de las mejores ganas de pasarlo bien en España”.
Para
intentar enardecer al público presente en la Plaza Mayor, remata el
pregón en estos términos: “¡Suene la gaita, ruede la danza! Venga de una
vez el estrépito, que se desmande por fin ese toro que está entre
vosotros, que está en la sangre”. Para, a continuación, proclamar que
“el sol que sale para todos, que calienta a todos, que mantiene a todos,
llene las praderas de San Juan con trébol de cuatro hojas del amor”.
Y
remata anunciando que ¡Han comenzado las fiestas 1969!
1970
Uno de
los pregones más breves de aquella época (quizás por aquello de que “lo
breve y bueno, dos veces bueno”) fue el que escribiera Augusto Miralles
Slocker, ingeniero agrónomo, destinado en Soria, para los sanjuanes de
1970.
Comenzaba haciendo un canto a la llegada del verano; al regreso de “las
merinas” que ya “pacen en la montaña la hierba que brotó al rezumar las
últimas nieves”, elevando su canto a la naturaleza.
Habla
de “las Cuadrillas, de las peñas, de los sorianos de dentro y de fuera.
Llena a rebosar está la bota, florecido el pelo de las mozas, a punto la
música callejera, los miembros ávidos de brinco y las gargantas de
canciones”.
Da un
paseo por el monte sagrado para los sorianos y ve que “entre los prados
de Valonsadero, tachonados en oro de aliagas y brezos en flor, esperan
los toros de San Juan”.
Repasa
los 5 días festivos: “Mañana, jueves La Saca,” los novillos “correrán su
postrer estampida campera; el viernes doblarán peleando a plaza llena;
el sábado, sus despojos serán objeto de puja […] antes de que su carne
hermane a todos los sorianos en el mismo banquete. Tendrán, en las
calderas del domingo, el homenaje póstumo de unas guirnaldas de rosas”.
Después llega la loa: “Honor y muerte al toro, sacrificado y consumido
con unción, como si se tratase de una ceremonia totémica para celebrar
el solsticio, cuyo paganismo se hubiese querido cristianizar con la
secuela de la procesión ante la Virgen Blanca y la romería que acampa
sus meriendas junto a la ermita del Santo”.
Califica a Soria de “poetisa del Duero, que rimas los álamos y las
piedras…Entonarás un himno a la alegría con su coral de canciones
populares”. Continúa utilizando un lenguaje retórico y habla de “sonidos
nuevos […] en sus notas atacadas de vino y de ronquera, con los brazos
abiertos, el trago de la bota, y la mano tendida para enlazarse a danzar
y saltar todos juntos hasta que la traca del lunes de bailas deshaga en
humareda sus últimos estallidos”.
Y
concluye: “¡Forasteros y sorianos!: ¡Felices Fiestas! ¡Viva Soria y Viva
San Juan!
1971
Gabriel Cisneros Laborda, uno de los padres de la Constitución de 1978,
político ya por aquel entonces, y jurista, hizo de pregonero de los
sanjuanes de 1971. Tenía 31 años. Era Delegado Nacional de la Juventud.
Expresó literalmente que “un pueblo que ha sabido conservar desde remota
antigüedad las fiestas (de San Juan) es merecedor de todas las
libertades”. Vaya esta frase como aperitivo de lo que diría en el
transcurso de su pregón.
En sus
primeros compases se mostraba contundente: “Con palabras tomadas de
prestado para esta ocasión solemne y jubilosa, permitidme recordar,
primero, que en España todo lo que se ha hecho, lo ha hecho el pueblo y
lo que no ha hecho el pueblo, se ha quedado sin hacer”.
Acomete tres apartados en los que rebate varios aspectos sobre fiestas:
“Se nos ha dicho que son el estallido gozoso de los campos de una tierra
fría”, pero “¡no!”. Las fiestas de San Juan son el sol y el verano,
aunque convocan bajo su llamada al sol y al verano”. “Se nos ha dicho
que son el homenaje al toro y a su sangre, a su virilidad rotunda” …”
Pero yo os digo, ¡no!, son el toro, aunque convocan bajo su llamada al
toro y su sangre”. Y llega, acto seguido, el tercer no: “Se nos ha dicho
que son el vino, el vino torrencial como la lluvia aparatosa de agosto;
inagotable como un río, inabarcable como el mar. Pero ¡no!, son el vino,
aunque lo convoquen bajo su llamada para alimentar las energías
inverosímiles consumidas a lo largo de cinco días inverosímiles, para
templar el ardor del sol, para entonar la voz quizá…” en su “punto de
ronca desafinación”. E incidía y remataba su argumentación: “Las fiestas
de San Juan, no son el sol, el toro y el vino, aunque necesitan del sol,
del toro y del vino”. Estos tres elementos “le prestan el marco”. Y del
marco pasaba a la “categoría”: que, dirigiéndose a los sanjuaneros,
decía: “la ponéis vosotros; sois vosotros, somos nosotros, somos todos;
pueblo de Soria, Soria en fiestas”.
Entendía el vocero que “no es un azar”, sino todo lo contrario, “que
fuera el Estado llano o del Común el patrocinador primero de estas
fiestas”. Porque si no a saber cómo habrían sido, o cómo hubieran
evolucionado.
Pasa
página al referirse, a continuación, a unas palabras muy comunes en
fiestas, como son “Usos y Costumbres”: “Respetar la tradición es obrar
según el uso y la costumbre” para que, al final de fiestas, “rotos por
el cansancio, nos sintamos orgullosos de haber sido fieles custodios de
un patrimonio espiritual de siglos y legítimos transmisores de ese
legado a nuestros hijos”. Y es “costumbre” también respetarse unos a
otros. Y va más allá: “Yo voy a romper esa casi ritual costumbre para
deciros ¡haced cuanto queráis!... porque la libertad es fruto y
conquista que la historia reserva a los pueblos que se hacen merecedores
de ella…” y Soria, asegura, “es merecedora de todas las libertades”
porque un soriano “no puede querer cosa mala cuando celebra las fiestas
de San Juan”.
Entrando en la recta final de su parlamento, podemos escuchar su
petición, a modo de ruego, dirigida a todos los sorianos de distintas
edades: “¡¡Que se cumpla, otra vez, la bendición que uno de los más
benditos hombres que haya pisado nunca nuestras tierras -refiriéndose,
sin citarlo, a Machado- formulara para nosotros!!”. Y lanza la frase,
cual traca final, esculpida en el corazón y la mente de todos los
sorianos: “¡¡que el sol de España os llene de alegría, de luz y de
riqueza!!
“Sorianos: ¡Vivan las fiestas de San Juan! ¡VIVA SORIA!
1972
César
Casado Jiménez, Presidente del Centro Soriano en Zaragoza, hacía
referencia a los emigrantes. Nada más comenzar, se dirigió a los
“sorianos de la Ciudad; a los de la cumbre y la pinada; a los ausentes,
forasteros y amigos”. Y les pedía a todos: “Oíd la voz de quien, por
soriano y por ausente, os llama con voz henchida de emoción y de gozo en
palabras cargadas de pasión por la tierra en espíritu de noble ilusión y
alegría infinita”.
Agregaba que “otra vez la noria de la vida nos convoca y reúne para
celebrar nuestras incomparables y únicas fiestas de San Juan o de la
Madre de Dios…” que calificaba como “¡Fiestas del pueblo y para el
pueblo!”.
Alude
a las fiestas como algo “ancestral”, con el “bastón de mando del Jurado
de Cuadrilla” cual “símbolo jurisdiccional”.
Cita
las doce Cuadrillas. Recorre sucintamente los cuatro puntos cardinales
de la provincia. Recuerda al “soriano ausente, como yo”, diría.
Repasa
los cinco días de rigor y pide a los sorianos-sanjuaneros, en tono de
invitación, “que hagáis un alto en vuestro quehacer diario y, como
sedante de un año de inquietudes y trabajos, deis rienda suelta a
vuestra alegría, gocéis de todos los festejos y enseñéis” los monumentos
y lugares más destacados, “hitos gloriosos de su cabalgar histórico”.
Se
acercaba al final: “Y siendo fiestas del pueblo y para el pueblo, nada
más propicio para terminar este pregón que recordar la copla popular que
sintetiza el sentimiento de Soria por sus Fiestas de San Juan”.
“¡Sorianos, forasteros y amigos, decir conmigo:
PODRÁ FALTARNOS EL PAN
Y PORÁ SECARSE EL DUERO,
PERO ARDE SORIA PRIMERO
SI NO HAY FIESTAS DE SAN JUAN!”
1973
El
pregón del soriano Alberto Cercós Pérez, Secretario General Técnico del
Ministerio de Agricultura, fue sencillo; fácil de entender y de seguir
durante su lectura en la Plaza Mayor, la noche del 27 de junio de
1973. Y eso es de agradecer.
Comenzaba diciendo que “ha sonado ya la hora de las Fiestas” y que no
sería él “quien alargara la espera”. Dijo considerarse “un pregonero sin
méritos, pero incapaz de rechazar este honor somo soriano…” y feliz por
convocar a “mis paisanos, mis amigos, a vivir con llaneza y hondura la
alegría de sus Fiestas”.
“Una
vez más -continuaba-, como si fuera hoy la primera vez, el canto a la
libertad del pueblo soriano (comenzaba a vislumbrarse cierta apertura
hacia la democracia) va a interpretarse en el escenario ancestral de
nuestras calles y plazas, en la mejor manifestación que nadie pudo
imaginar. Y esto es así porque las fiestas de San Juan no son una
representación y sí una manifestación”.
Habló
de la “reciedumbre de un pueblo que sabe en sus fiestas sobreponer a la
dureza de su destino la calidad sublime de sus valores populares”.
Agregó
que “los Jurados y Juradas, los Cuatros de Cuadrilla, las bulliciosas
pandas”, y demás actores que intervienen y hacen posible la fiesta, “van
modelando cada San Juan, incomparables, auténticas, genuinamente
populares”.
Después de asegurar que son “fiestas ¡que no necesitan pregonero!”, se
pregunta “un pregonero ¿para qué?”. Pero ya que está “quisiera llevar
hasta el último rincón…donde exista un hogar soriano, la concordia…que,
otro año más, va a presidir nuestras fiestas”.
Habló
del significado del Catapán, Lavalenguas, y el resto de festejos que
componen e integran la esencia de las Fiestas de San Juan.
Pese a
sus buenos deseos de que todo sea concordia “dejad que me lamente…que la
unión de estos días -fiestas que usan como símbolo al toro bravo- no
continúe el resto del año…”
Y
concluía diciendo: “Ha sonado ya la hora de las Fiestas y ya no hay
quien aguante más. La fuerza creadora del pueblo no hay quien la
detenga”.
“¡Empiecen las charangas! ¡Redoblen los
tambores!
¡Suenen los bombos!
Vamos todos a crear unas nuevas Fiestas.
¡Las Fiestas de San Juan 1973!
¡¡VIVA SORIA!!
¡¡VIVAN LAS FIESTAS DE SAN JUAN!!”
1974
El
pregonero de 1974 fue Alfonso Navalón Grande, crítico taurino del diario
“Informaciones” (Por aquello de la vinculación de las fiestas con el
mundo taurino y que era un personaje popular en España, y, por ende, en
Soria).
En
contraste con el pregón del año anterior, de poco más de un folio, este
fue casi cinco veces mayor en extensión. Como si su autor, llegado casi
expresamente para la ocasión, quisiera justificar y “ganarse” la
invitación municipal.
Al
igual de Alberto Cercós Pérez, el señor Navalón, tras el saludo inicial,
decía: “Ya sé que lo único que sobra en esta Fiesta de San Juan es el
pregonero”, para, a renglón seguido, declarar: “Nadie va a deciros ahora
cómo y cuándo tenéis que divertiros” porque “la vida os ha enseñado ya
el camino que deslinda la alegría de la violencia”. Hace después un
canto a los pastores trashumantes y añade que “siento, como vosotros la
grandeza de estas fiestas…” unidas al “espíritu de Numancia”, resaltando
“la maravilla del románico”.
Como
hombre vinculado al mundo del toro, en su condición de crítico taurino,
habla de grandes y destacados ganaderos de reses bravas y de la valentía
del toro. Hace un paralelismo entre este animal y Numancia: “A lo largo
de la historia ni Soria ni el toro se han dejado poner ninguna clase de
cencerros para servir de cabestros en las procesiones ajenas”.
Repasa
“la vieja historia de llevar y traer los toros de Valonsadero” como “una
crónica de guerra o de gracia”. O “el quite burlesco de aquellos Jurados
del ochocientos cuando se valieron del catapán y del Agés y las calderas
para conseguir que Napoleón pasara por Soria sin devastarla”.
Alude
a distintos festejos taurinos que se ofrecen en varias provincias
españolas, igual que habla de otras situaciones que nada tienen que ver
con nuestras fiestas ni vienen a cuento, como queriendo demostrar sus
conocimientos sobre el mundo del toro, alargando así, innecesariamente
el pregón, sacando a relucir engaños y trucos del mundo taurino.
Luego
dice que aquí nadie se siente “legionario de los Tercios de Flandes”.
Trae a colación a Bécquer. Cita a Machado, al autor del Mío Cid, Gonzalo
de Berceo, Marqués de Santillana, a los dos Fray Luis; el de León y el
de Granada, a Tirso de Molina, Gerardo Diego, Camilo José Cela,
Benlliure, Belmonte…
Y
arremete duramente cuando, con criterio de crítico taurino dice: “Tenéis
estas fiestas del toro que no necesitan ya cronistas del incienso ni
campañas” publicitarias…
Es, en
resumen, un “totum revolutum”.
El
adorno final hace un canto a nosotros, los sorianos, y nuestras fiestas,
cuando dice: “Conservadlas así de simples. Sin más argumento que el toro
y el vino y sin más guardianes que esos doce Jurados representando al
pueblo”.
Y
entona los ¡VIVA SORIA! ¡VIVAN LOS TOROS DE VALONSADERO!
¡VIAN LAS FIESTAS DE SAN JUAN!!
1975
Ramiro
Cercós Pérez. Ingeniero de Caminos. Otro político soriano que ejerció el
cargo de pregonero. Incidía en la participación popular en democracia.
Repasemos su texto.
Fue un
pregón con sentimiento y conocimiento de lo que decía. Se apreciaba esta
circunstancia, en contraste con el del año anterior. Podemos decir eso
de ¡vaya diferencia! a favor de Ramiro Cercós.
Hace
un repaso a todo lo que es San Juan. Porque “son días de gozo”, “fiestas
de dulzainas”, “de participación popular en que los sorianos pueden ser
protagonistas de su propio destino”. Son, dice “escenario singular de
convivencia e igualdad”, en el que “a través de los Jurados y
Cuadrillas, se habilitó formas de participación en las tareas
colectivas”.
Agregaba que “la vara de mando de los Jurados conoce de anhelos e
ilusiones por una reafirmación de vuestra autonomía e independencia”.
Hace un canto “a las Juradas, como representación de la mujer soriana”.
A las
“mozas y mozos” les dice que son “semilla cierta de una Soria más
airosa”.
A sus
paisanos les da las gracias “por hacer realidad estas fiestas” y porque
es “difícil entender al soriano” sin las mismas.
Agregó
que “en mi canto a Soria y sus fiestas va acunada toda la provincia”.
A los
Jurados les pidió “coger el timón de Soria durante estos días de gozo.
El pueblo llano está con vosotros y arde en júbilo por comenzar las
fiestas de San Juan”.
Se
dirige de nuevo a las “mozas y mozos”, y en esta ocasión también a las
“peñas sanjuaneras”, a quienes ordena, sin autoritarismos, que “inunden
Soria con su alegría y juventud”. Que “suenen dulzainas y charangas y
comiencen las fiestas de San Juan”.
¡VIVA SORIA!
1976
Manuel
Calvo Hernando, pregonero de los sanjuanes de 1976, fue periodista,
redactor jefe y subdirector del periódico “Ya” y llegó a ser director de
TVE. Estaba vinculado a la provincia, de donde era su madre; de ahí la
invitación para ejercer como pregonero, como dice el mismo en su
parlamento.
Utilizando el latiguillo periodístico, podemos titularlo que el suyo fue
“un pregón reivindicativo y futurista”. Y uno de los pocos breves que
se hicieron.
Empezaba con una cita a unos versos de Machado. Recordaba que siendo
niño ya los recitaba en San Esteban de Gormaz. En esa línea poética
habla de los tres grandes escritores que han pasado por Soria: Antonio
Machado, Gerardo Diego y Gustavo Adolfo Bécquer.
En su
texto nos encontramos con que dice importarle más el futuro que el
pasado: “Apoyados en la tradición y en la historia, debemos mirar hacia
el futuro, para ser dignos de nuestros antepasados”.
Tuvo
en el recuerdo a cuantos sorianos vivían fuera “dedicando su esfuerzo y
su inteligencia al trabajo creador de cada día”. Para rematar: “Hay que
promover y apoyar los proyectos que puedan proporcionar trabajo y
bienestar a la provincia y moderar la sangría de la emigración”; a la
vez que el desarrollo económico e industrial de Soria.
Se
trata, como decimos en el preámbulo, de un “pregón reivindicativo y
futurista”; nada festivo: Debemos luchar todos unidos “porque, aunque no
seamos una provincia conflictiva no significa que no tengamos nuestros
propios problemas. Y no debe confundirse el sosiego con la pasividad”.
Y
añadía: “Este es, para mí, el sentido actual de la Soria mística y
guerrera, que quiere caminar hacia el siglo XXI, con la mente clara y la
mirada puesta en un porvenir sugestivo”.
Y por
encima de todo declara su “amor a esta tierra que, para mí, no es árida
y fría, sino fecunda y entrañable, que es la tierra de mi madre, y, por
tanto, patria de mi patria”.
Si el
comienzo era “poético”, el final es “sentimental”.
Y así
concluía; sin Vivas a las Fiestas ni a Soria.
1977
Vicente Segrelles Chillida, era Gobernador Civil de Zaragoza, que
anteriormente lo había sido de Soria. Y esa vinculación a la Ciudad le
sirvió de catapulta para que, el político valenciano, “viajero” fuera
pregonero de los sanjuanes de 1977.
Comienza declarándose juglar “enamorado de Soria”. Si esto ya nos da una
idea de por dónde puede discurrir su “discurso”, lo vamos a constatar en
las siguientes líneas. “…al sonar de las once campanadas del viejo y
entrañable reloj de nuestra Audiencia…” Y luego lo remarca más “…en
esta noche feliz de plenilunio, al filo del solsticio del verano,
templado por el cierzo y el regañón, el ábrego y el solano…” Resalta que
“las Cuadrillas, con sus señores Jurados al frente, han acordado
celebrar las tradicionales fiestas hospitalarias y caballerescas -de
sol, de sangre y de vino-…” En esa línea grandilocuente leemos “…voz de
la tierra y de la sangre […] pegada a esta tierra dura, inconmovible y
telúrica…”
Pedía
luego que se entrara en fiestas “desde los Caballeros Linajes, hasta los
menestrales artesanos, pasando por plateros y mercaderes, cerrajeros y
bordadores…” Continuaba así: “que resuenen los claros clarines, que
redoblen los timbales y atambores, que se vistan los pajes de raso y
tafetán y los maceros sus dalmáticas bordadas”.
El
pregón seguía la misma línea argumental: “…que los Jurados preparen sus
atavíos y bastones con vara de nogal y empuñadura de plata…” Y
refiriéndose a las Juradas: “…que luzcan sus mejores galas, que se
pongan los pendientes de filigrana de plata, el corpiño de lentejuelas,
las medias caladas blancas y los zapatos de tafilete…”
Alude
a los mozos de cuadrilla y cita a las peñas sanjuaneras. Recuerda a los
“visitantes -que no forasteros- que “Soria es mística y guerrera, la
Soria infinita, sobria y recoleta, maestra eterna de castellanía, que se
transfigura en una mágica y misteriosa eclosión […] para olvidar la
interminable invernada, de frío y de silencio”.
Dice
más adelante que son fiestas consagradas “al toro ibérico, con
resonancias atávicas y totémicas, como un retorno permanente al mito
viril de la fuerza…”
Describe la llegada a la Ciudad el jueves la Saca “de garrochistas de
picas y de caballeros jinetes que entran como la explosión de una traca
de mitológicos centauros y corceles”.
Con
idéntico lenguaje prosopopéyico describe el resto de festejos
sanjuaneros, para rematar pidiendo al “querido pueblo de Soria,
embriagarme de tu aroma, sumergirme en tu luz y en tu blancura,
identificarme con tus sueños y esperanzas […] recitarte como un hechizo
románico y medieval el rosario de tus glorias…”
Este
era el final, cual si de unas justas literarias se tratara más que un
pregón de fiestas, antes de proclamar a los cuatro vientos:
¡Sorianos todos! ¡Oíd! ¡Empiezan las fiestas! ¡Arriba los corazones!
¡Viva la alegría! ¡Viva Soria! ¡Vivan las fiestas de San Juan!
1978
Otro
juglar, soriano en este caso, el abogado Benito del Riego Moreno, fue
pregonero de los sanjuanes de 1978. Si amplio, extenso y exhaustivo
resultó el del año anterior, no lo fue menos el que pronunció Benito del
Riego la noche del 28 de junio del referido año. El texto ocupa un total
de seis páginas, que vamos a intentar resumir, para dar una idea y
pincelada de los argumentos más destacados.
Tras
una breve cita religiosa, y “en nombre de todos los ocultos y
misteriosos espíritus de la tierra y de todos los diose místicos, a los
que temieron y adoraron nuestros más remotos antepasados […] Yo, por
vocación vuestro juglar, hoy feliz y humilde pregonero, invoco a todos
los hijos de Soria […] a estrechar corazones y escuchar mi sincero y
sencillo pregón”.
“Bien
quisiera”, asegura, “pasar lista de amor” a cuantos “influyeron y vienen
haciéndolo en la regulación de estas ancestrales fiestas nuestras”, que
proclama “únicas en el mundo”.
Invoca
“a los primeros pobladores de nuestra Meseta, hambrientas y feroces
tribus achelenses […]en temerarias correrías de caza y lucha primarias,
tras el “bos primigenius” -toro salvaje- para ver de acosarlo, matarlo,
comerlo y adorarlo, en esa trampa natural y templo que es Cañada Honda”.
Hablaba del dios Sol, la diosa Luna y el dios Toro que “continuó
bramando y mugiendo durante milenios por sus agrestes dominios”.
Y
sigue el “cuento” como el “juglar” llama su pregón “dando salto en el
tiempo, invocando a los rudos celtíberos, de la mundialmente famosa
resistencia numantina”. Y sigue recordando el pasado histórico, “cuando
nuestros antepasados, sin dejar de ser cazadores se fueron asentando, la
invasión árabe los barrió en brutal y arrolladora oleada de alfanjes”.
Seguía
incidiendo en la historia, hasta llegar a la “gran Soria ganadera,
labradora y artesana del siglo XVI […] cuando la fama de sus merinas,
sus lanas y sus tejidos recorrían” no sólo España sino también otras
ciudades allende fronteras.
Como
si de una clase de historia se tratara, continuó hablando de
Renacimiento, Reforma, Revolución francesa, Industrialismo, Liberalismo,
Democracia…” Fiestas como las nuestras no son algo estático y
conquistado de una vez para siempre”.
Lanza
luego una alerta y pide que “no consintamos que decaigan o degeneren”,
que “constituyen el patrimonio colectivo más valioso de Soria”.
Aseguraba “que no hay vida sin Fiestas ni Fiestas sin vida. Que a la
Fiestas se va y la alegría se lleva”.
Remataba el pregón con un poema de su cosecha y con esta petición a los
Jurados: “Dad paso a la tradición y a la Alegría”. ¡Viva Soria! ¡Vivan
las fiestas de San Juan!
1979
Los
sanjuanes de 1979 marcaron un antes y un después en la historia de los
pregones y pregoneros. Si bien es cierto que hubo un precedente en 1960,
cuando Miguel Moreno Moreno fue Jurado de La Blanca y a su vez
pregonero, en 1979 se decidió, creemos que con buen criterio, que se
hicieran cargo los Jurados de Cuadrilla de cada año. Y si, al principio,
fue una pieza literaria en cuya autoría participaban, o asumían los doce
alcaldes de barrio, con el discurrir del tiempo se utilizó la fórmula de
presentar varios textos para elegir entre los doce el que mejor les
pareciera o más les gustara.
El
primero en “desfilar” por el balcón central del Ayuntamiento fue un gran
soriano y sanjuanero, al que siempre llevaremos en el recuerdo, Adrián
García Martínez, Jurado de la Cuadrilla de La Blanca.
Si los
primeros años se redactaba en prosa, luego, con el discurrir de los
años, se pasó a hacerlo en verso; y parece haber cuajado esta última
modalidad.
Adrián
decía entonces estar emocionado con tan alta distinción. Agregaba que
“no somos ninguno especialista de la pluma, pero hemos querido reflejar
aquí, a impulsos de nuestro corazón, el saludo entrañable al pueblo de
Soria, guardián celoso de las tradiciones, usos y costumbres, que son
ley y patrón de las fiestas sanjuaneras donde, además, da bienvenida a
todas aquellas personas de buena fe, que, por uno u otro motivo, se
encuentran estos días entre nosotros”.
Superados los primeros momentos de nervios y emoción, el pregonero, en
nombre de los Jurados de 1979 aseguraba que “desde hoy, hasta los
primeros albores del martes más silencioso de nuestra ciudad, cantaremos
y bailaremos al son de las viejas canciones, repitiendo una y mil veces
lo que dice la copla”:
“No hay en España ni habrá,
ni en España ni en el mundo,
otras fiestas de más rumbo
que las nuestras de San Juan”.
Querían, y demandaban, que nadie se sintiera forastero y que encontraran
“en cada soriano un amigo, un hermano que le enseñe las vivencias
de cada día de los sanjuanes porque, al fin y al cabo, conocer San Juan
es “vivir” y vivir es un derecho que todo el mundo tiene”.
Con
un lenguaje sencillo, pero con mucho sentimiento, pedían a todos:
“Divertíos y haced que los demás se diviertan en San Juan; enalteced las
fiestas y procurad que el nombre de los sorianos y el de Soria, al fin,
ocupe el lugar que le corresponde”.
Y
remataba con valentía, alegría y con el corazón en la mano: “Aquí tenéis
a estos doce hombres y mujeres que, ayudados valiosamente con la entrega
total y desinteresada de sus secretarios, cuatros y demás colaboradores,
están dispuestos a compartir con vosotros unos festejos que, por su
contenido y tradición, son y serán ÚNICOS”.
Así os lo rogamos y así debe suceder.
¡Que comiencen las fiestas!
¡Vivan las fiestas de San Juan!
¡VIVA SORIA!
1980
Los
primeros pregones de Jurados de Cuadrilla venían a tener una extensión
de folio y medio, en contraste con los de años anteriores que, en algún
caso, sobrepasó las once hojas. Y está bien claro que, para invitar o
animar a los sanjuaneros en el comienzo de fiestas, no es necesario
estar hablando de diez a veinte minutos, e incluso hasta media hora. En
primer lugar, porque el público se aburre y en segundo que la gente se
aísla y ya no presta atención. Los Jurados, conocedores de todo esto
optaron por la “vía rápida”. Así lograban que les “siguiera el público”,
sin cansarlos. La muestra la tenemos, igualmente, con el pregón de 1980,
a cargo del Jurado de la Cuadrilla de Santiago.
José
María Magaña López empezaba su discurso saludando a todos los
ciudadanos, a los que recordaba que “nuestra madre Tierra nos ha abierto
los brazos para recibir a todos sus hijos” para “juntos, formar una gran
familia, y, de su bondad, deleitarnos con sus dulces y extensas
virtudes”.
Y,
curiosamente, ya no solo entran en fiestas los vecinos porque, aquel
año, lo hizo hasta “el sol” según leemos en el pregón.
Si
algún año nos hemos tropezado con frases rebuscadas, ésta no se queda
atrás: “He ahí el viejo monte Valonsadero, lleno de paz en su remanso,
que añorante nos espera para rociarnos con la fragancia de su cuerpo
genético”.
Después ensalzaba al “toro bravo, de raza, noble, que, saliendo
vencedor, tendrá que entregar su vida para que la fiesta viva”.
El
pregonero decía ver “las botas colmadas de vino, de vino rojo sanjuanero
que nos llena de hermandad y de alegría […] los rosales repletos de
rosas” para engalanar las calderas. “Y veo a las mozas luciéndolas en el
pelo”.
Percibía “los amores sanjuaneros”, poniéndose muy lírico y romántico al
agregar “cuando los ruiseñores cantan sus dulces melodías”.
E iba
despidiéndose: “Y, por último, veo vuestros corazones acelerando su
ritmo para que, vuestras gargantas” se unan a la del pregonero, gritando
todos a una:
¡Sorianos, gente toda: Que empiecen las Fiestas!
¡Vivan las Cuadrillas! ¡Viva el toro bravo!
¡Viva Soria! ¡Vivan las Fiestas de San Juan!
Hasta
aquí este breve resumen de los 25 primeros pregones de Fiestas de San
Juan de Soria, que podrá tener continuidad (o no) en un futuro con el
resto de los escritos para los sanjuanes sorianos. Los que se ha
pretendido es darlos a conocer, “recuperarlos” para la mayoría de la
población; incluso motivar e incentivar a su lectura por quienes puedan
estar interesados en el pasado sanjuanero, desde el ámbito de piezas
literarias que han ocupado una página en la historia de las Fiestas
“mayores” de Soria. Que se haya logrado o no ya no depende de quien lo
ha hecho. Pero, si se ha despertado la curiosidad de algún lector;
objetivo cumplido.
Marzo
de 2024.
Francisco Parra Palacios
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